el muro era ese juego colegial y perverso al que las élites de un colegio sometían a los diferentes, a los raros, ignorando su presencia y haciendo oídos sordos a sus comentarios. el mismo juego de cretinos pudientes que hoy practican los políticos con los disidentes o descreyentes de su funcionalidad, honestidad y justificación social. pero torres y muros mas altos han caído. ignoran a los que desprecian su servilismo y venalidad, a los que cuestionan sus privilegios de casta; pero no pueden evitar que la gente se manifieste, que haga evidente su cansancio y su repugnancia, su indignación por la falta de honradez, honestidad e independencia. tarde o temprano se estrellarán contra su propio muro. no hay mejor ciego que el que no quiere ver. ¿o era peor sordo que el que no quiere oír?
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