Diez años ha invertido el joven artista leonés Noé Bermejo en idear su ‘Autobiografía apócrifa’, una historia fabulada parecida a los espejos de feria, en los que el rostro se multiplica pero nunca es igual. La muestra se articula en una repetición infinita del mismo rostro, el del artista, disfrazado y reproducido indefinidamente, y por ello sustituible por el de cualquier otro en esos retratos familiares para los que todos tenemos una historia, un cajón, una cara garabateada o directamente recortada con torpeza.
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