sobre las medulas/fulgencio fernández y ramón villa
El recuerdo de aquellos antepasados nuestros que derrumbaron los montes (Ruina Montium) hasta extraer el oro para sus señores, la visión de los canales que llegaron a excavar en la propia roca para llevar el agua que se almacenaría en el corazón del monte hasta reventarlo con su golpe de ariete, la belleza del paisaje con el que la naturaleza pagó tantos esfuerzos y tantas vidas debería obligarnos a un respeto casi divino por la obra y su entorno, por las Médulas y los canales, por la arrugia y la historia.
Sólo pensar en lo que ese monte lleva escrito en sus entrañas, sólo leer la descripción que de los trabajos hizo el gran Plinio, sólo ver cómo el paso de los siglos no ha logrado borrar la más grande obra que mezcla ingeniería y naturaleza nos obligaría a caminar descalzos.
El pintor buscó en ella los colores de la belleza y estaban allí, pero sobre ellos sobrevolaban los buitres de los venenos, los carroñeros de las palabras y allí vivió una de las que tiene más magia y magnetismo, el oro.
Y ya no es oro todo lo que reluce. Pese a los montes, los canales, el agua, Plinio, la historia... y Las Médulas.
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