el poeta y escritor luis artigue nació en león el 6 de noviembre de 1974. de entre sus publicaciones señalamos:
“por si acaso la vida” (editorial endimión, accésit del premio internacional de poesía eugenio de nora), un libro sobre la resurrección, el oasis de la enfermedad y el dolor que sintoniza el cuerpo con el alma .
“tu aroma en la licorería” (editorial huerga y fierro, premio nacional de poesía villa de leganés), poemario generacional, crítico y revitalizador donde es protagonista el tema de la superación del miedo y la bohemia, que acaso sean lo mismo.
“el hombre de cristal y otros poemas”(editorial esquío, premio esquío-valle inclán) ahonda en el terreno de la imaginación, ese lado femenino del ser humano.
es autor, asi mismo, de las novelas "el viajero se ha ido, como es lógico" (editorial linteo, 2003), y "la muerte de nadie" (editorial linteo, 2006) y del ensayo “safo en la literatura de las escritoras expatriadas del parís de los años 20”.
Luis tiene a bien ofrecernos tres memorables poemas:“tu aroma en la licorería” (editorial huerga y fierro, premio nacional de poesía villa de leganés), poemario generacional, crítico y revitalizador donde es protagonista el tema de la superación del miedo y la bohemia, que acaso sean lo mismo.
“el hombre de cristal y otros poemas”(editorial esquío, premio esquío-valle inclán) ahonda en el terreno de la imaginación, ese lado femenino del ser humano.
es autor, asi mismo, de las novelas "el viajero se ha ido, como es lógico" (editorial linteo, 2003), y "la muerte de nadie" (editorial linteo, 2006) y del ensayo “safo en la literatura de las escritoras expatriadas del parís de los años 20”.
COMO DOS ESTRELLAS DOS SOLEDADES QUE EN EL COSMOS GIRAN CADA UNA EN VIRTUD DE LA FUERZA GRAVITATORIA DE LA OTRA
En Oporto
existe un promontorio desde el cual mirar el mundo
pues la belleza pide
nuestra comparecencia.
Sí, hay un lugar
parecido al instante en el que dije a la poesía me casaré contigo.
Y un día renové el ámbito de mi percepción allí, entre la vida
más allá del distrito de las casas nuevas,
las tiendas de pianos relucientes, los cafés, las bodegas
y aquel puente nervioso y exacto de Gustave Eiffel.
Por los siglos de los siglos y los sueños
me casaré contigo, sí,
palabra ingrávida, mujer morena, eco
de toda dignidad restablecida.
Contigo en la salud, la enfermedad, el beso obrero
anexo al vino dulce. Cuidad mirando al río.
Desde el andén fluvial me embargó la tristeza de mi primer poema
en Oporto.
Un nudo de autopista
en el cuello
y tanta luz sutil.
Extiende la mirada sobre el lecho nupcial del horizonte amante.
Contigo, corazón
de manzana. Palabra densa. Oh, intercambiemos
huellas dactilares en la hoguera de la noche de nuestro desposorio.
Oporto. Luz de Elena: la radiografía
del alba,
partituras de fados dentro de la maleta
y el viento
lento. El viento.
El primer beso en el centro de la mujer de nadie.
Este poema
escrito con letra de borracho en el reverso de un mapa
para saber de dónde vengo
además
de saber ir.
Al infinito
nos llevan de la mano la mirada, la ciudad, y este poema
con
el que nos atrevemos a casarnos mediante ese sagrado para siempre de la página
/impresa…
Por el poder que me confiere la naturaleza
yo os declaro unidos como dos siameses
con las almas pegadas.
LAS PIEDRAS DE STONEHENGE ME REVELARON QUE CADA DÍA ES EL ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL MUNDO
El cielo parece aderezarse para el momento de la contemplación
y, al llegar, hasta el parabrisas del coche alquilado
brilla
como la gabardina de un ángel.
La explanada
en esa hora incierta
añade más misterio a los círculos de piedras megalíticas que se alzan como
/dones perennes
bajo una bóveda celeste
hecha de colores derretidos y virutas de luz.
Son piedras que laten como corazones.
Igual que una mecha ahogándose al ser tapada por un vaso
el atardecer se diluye derramando destellos sobre Stonehenge
al tiempo que yo, imbuido por cierta energía atávica, neolítica,
me siento plenamente yo, plenamente sustancia de poema,
cuando toco el monumento
ceremoniosamente
como si nadie pudiera requisarme ya esa paz.
Mientras el sudario de la tarde va perdiendo su color.
Y entonces, al comunicarme con la piedra mediante las palmas de las manos
cierro los ojos
y repaso y renuevo la jerarquía de mis predilecciones
hasta que irrumpe, como la flor del tifus en el pecho de una niña
rubia,
la noche,
azabache,
ágata…
El quinqué de petróleo de la noche estrellada
y yo escribiendo este poema
como un animal prehistórico que se resiste a extinguirse.
BASTA EL AMANECER EN MACHU PICHU PARA SABER DEFINITIVAMENTE QUE LA DIVINIDAD POSEE ESPÍRITU DE ARTISTA
El cielo tenía algo plateado y prehistórico
en la cima exigente del sagrado Machu Pichu
-una piedra esculpida por antiguos hombres libres
nos invitó a sentarnos a leer a Neruda
ante el recién nacido sol semejante a un aura
y mirar tu sonrisa fue unificar mi yo-.
La paz, en ese instante renovado y respirable,
se volvió compatible con mirar allí abajo
deseando con envidia ser un cóndor andino
y volar sin fronteras geopolíticas
también
-como una niña indígena despertaste sonriendo
tras soñar con correr sola por la planicie
y nuestro encuentro diario
de pronto
te presagió algo eterno-…
La luz parecía el alma de aquella vista aérea.
Todo lo hoy descubierto
tiene un hermoso nombre en otra lengua,
presentí.
Te lo dije
y la timidez del sol reflejado en tus ojos
invitó a celebrar la llegada del día
con la fruición de un sueño
repleto de fuego y significados:
Machu Pichu es filosófica, lírica e incluso mística
como toda ciudad
sin tejados.
Allí, entendiendo
que el sol bendice la hora de placenta del comienzo
tuvimos nuestro aviso primigenio
-casi un bautismo de sangre-:
buena cuenta del éxito, del poder, de la vida
y del amor eterno
da
asomarse a las ruinas de un imperio.
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