Las moscas desaparecidas, o al menos no colocadas, del inefable Eduardo Arroyo viajan sin cesar y se han detenido en Madrid. Bien, o mal, excesivamente pagadas por la “capital del invierno” leonés, aparecen vergonzantemente en la Plaza Mayor del señor Gallardón, pero también en el programa del Teatro Real, y acompañando la vestimenta de la inefable ópera Boris Godunov de Mussorgski, que se representa estos días con gran éxito de los músicos e igual desvergüenza de los registas.
Señalando que quiere pasar desapercibido, dice Arroyo: "No hay que confundir un escenario con una galería de arte"... "Sólo trato de crear un terreno favorable para que la música y el verso se manifiesten; eso es lo verdaderamente importante". Acierta plenamente sobre la música el señor de las moscas, pero no pasa desapercibido, porque sus moscas mosquean tanto al público, como a mí me mosquea su aprovechada y provechosa actitud repetitiva.
Estimados “nacionalistas” leoneses: ¡A las moscas, DDT!
Estimados “nacionalistas” leoneses: ¡A las moscas, DDT!
(Firmado: Marta Delgado de Klee)
mi corresponsal en madrid me envía este árticulo. santas palabras.
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